La inflación en España provocada por un crecimiento anual del PIB nominal del 7,2% frente al 5% real tendrá consecuencias directas sobre los contribuyentes y, con concreto, sobre los tramos del IRPF 2022 y en su Declaración de la Renta 2021. Tanto es así que un estudio de la fundación Disenso ha revelado que podíamos enfrentarnos a un sobrecoste de 4.000 millones de euros anuales o, lo que es lo mismo, una media de 199 euros adicionales que tendrán que abonar cada contribuyente a la hora de hacer su Declaración de la Renta 2021.
Por regiones, nos encontramos que, en Madrid, un contribuyente medio tendría que abonar 240 euros de media por la suma de la no indexación de tarifas y la no indexación de resto de elementos (base y cuota); en Cataluña la diferencia serían 224; en Islas Baleares 215 y a la cola estarían La Rioja y Ceuta y Melilla con una diferencia de 88 y 80 euros respectivamente.
En el otro extremo de la baraja encontramos a la Agencia Estatal de la Administración Tributaria (AEAT) que con esta situación conseguirá ingresar una media de 3.700 y 4.400 millones de euros, de los que 1.693 millones se deben a no haber indexado las tarifas de gravamen y 2.417 millones a la ausencia de ajustes en los elementos que acotan la definición de las bases imponible y liquidable.
¿Cómo les afecta la inflación a los contribuyentes?
Para entender esta situación, debemos recordar que, en el IRPF, las rentas nominales por encima de un determinado umbral son gravadas por una secuencia creciente de tipos marginales. Un salario ligado a la inflación y que se revalorice cada cierto tiempo puede ascender a un tramo superior de IRPF pese a que el salario real siga siendo exactamente el mismo. Una subida salarial nominal implica que una mayor parte del sueldo tributa al tipo más alto que soporta esa renta, por lo que el tipo efectivo pagado es mayor pese a que el poder adquisitivo es inferior.
Todo ello teniendo en cuenta que las deducciones, exenciones, bonificaciones y reducciones suelen fijarse en términos nominales, de modo que una mayor inflación reduce en términos reales esas figuras reduciendo el ahorro fiscal del contribuyente, que además suele beneficiar en mayor medida a los contribuyentes con menor renta.
En consecuencia, la inflación incrementa la factura fiscal de los contribuyentes sin que explícitamente se tengan que subir los tipos impositivos u otros elementos estructurales del impuesto.
Esta situación afecta principalmente a las rentas más bajas. De hecho, de los 4.110 millones de euros de la no deflactación del IRPF, el 65% con 2.671 millones de euros se corresponde con los niveles de renta comprendidos entre 0 y 36.000 euros que es donde se concentran 17,6 millones de declaraciones que supone el 85,8% de un total de 20,6 millones presentadas.
La solución a esta situación parece clara según los expertos: ajustar los tramos del IRPF a la inflación. Esto surge en pleno debate sobre la aprobación (o no) de una nueva reforma fiscal que los expertos solicitan que incorpore la adaptación de los tramos del IRPF a la inflación.